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Una de las características que define una adecuada salud mental es la estabilidad de nuestras emociones. Independientemente de que sean positivas o negativas, una armonía y buena comprensión, hacen que podamos tener una vida más sana.

Ahora, ¿qué sucede cuando nos sucede algo profundamente negativo y, en algunos casos, de forma repentina? ¡Nos venimos abajo! Precisamente, en este artículo nos queremos centrar en una de las cuestiones que más puede afectar a nuestra psique, como es el duelo.

El duelo es la conmoción que genera la pérdida de un ser querido y de su vínculo afectivo. Normalmente, se relaciona con el fallecimiento de un familiar o amigo cercano, pero también puede corresponder a una ruptura dolorosa, por ejemplo.

El duelo y sus 5 fases

Cuando esto sucede, la persona que sufre el duelo comienza a sentir diferentes emociones que son muy negativas, como es natural. Sin embargo, la recuperación de estas emociones es lo que puede llegar a ser preocupante.

De persistir durante mucho tiempo, el duelo puede hacer que padezcamos diferentes patologías psicológicas realmente importantes, como la depresión o la ansiedad.

Por eso, este período de adaptación debe de implicar “cerrar un círculo” y que se haga siguiendo una serie de fases que nos ayudarán a cicatrizar la herida, en una teoría de la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross.

En este sentido, hay que recordar que las fases no se establecen como un compartimento estancado, entre sí. Algunas veces, estas fases se presentan de forma desordenada o se vuelve a una fase anterior.

Normalmente, estas fases se cumplen en unos 12 meses. De persistir, es recomendable asistir a un centro psicológico especializado. En Vitae, podemos ayudarte mediante terapias de duelo, ¡consúltanos! Sin más preámbulos, vamos a ver las 5 fases a las que hace referencia esta teoría.

Negación

Esta fase es de lo más normal. Es ese momento en el que no te crees que una relación haya finalizado para siempre. En este sentido, es mucho más notorio cuando sucede de manera repentina, como a veces pasa con la muerte, por lo que el cerebro niega la información que está recibiendo.

Ira

La segunda fase de duelo hace referencia a la ira. Tras asimilar esta pérdida, la persona que lo padece cuestiona e incluso cree que es una injustica lo que ha sucedido. Ello produce cierto enfado, enfocado a otras personas.

Negociación

Durante la negociación, hay personas que se plantean diferentes situaciones, por las cuales se podría haber cambiado el desenlace. Es decir, se formulan diferentes condicionantes, llegando incluso a imaginar o a fantasear con que su ser querido no hubiera fallecido o que aun siguiera junto a él.

Depresión

Una vez asimilado que esa situación no es reversible, esta fase del duelo se caracteriza por el aislamiento o la tristeza. La desmotivación por seguir el día a día se hace más que patente. En este sentido, cabe recalcar que, aunque esta fase se denomine como depresión, no es lo mismo que el diagnóstico clínico de la depresión.

Aceptación

Por último, llega la fase de la aceptación. Es el momento en que la persona aprende a convivir tras la pérdida y, por lo tanto, lo acepta. Eso no significa que no deje de lamentar la pérdida, pero también tiene emociones, como la alegría, al recordar a esa persona, sintiéndose aliviada.

Superadas las fases de duelo, se puede volver a hacer una rutina, similar a la que se hacía antes de la pérdida. Obviamente, hay personas que lo pueden pasar mucho peor, sobre todo si ha sido muy dependiente o si su convivencia ha sido especialmente estrecha.

En el caso de que estos problemas sigan patentes e incluso haya ciertos síntomas que excedan el duelo, como el sentimiento de culpa, es recomendable realizar un seguimiento psicológico de la situación, para conseguir lo más rápido posible sentirnos a gusto con nosotros mismos.

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